martes, 24 de diciembre de 2019

Navidades de siglo XXI - Remastered

I

Navidad para mí
fue atravesar San Juan
a las once de la noche en el Corolla
de mi mejor amigo
con mi otro mejor amigo.
Fue buscar a su novia en el carajo
y que ella nos guiara por el carajo
para llegar a algún sitio
lleno de esas lucecitas de siempre.

Fue bajarnos una jarra gigante de sangría,
que nos regalaran tapas que no pedimos
y un maldeamores en bandeja de plata.

Volver del carajo.

Buscar al pana en P.F. Chang’s en su carro,
llevarlo al apartamento a cambiarse.
Salir a la una de la mañana y dar vueltas
por toda la metro
escuchando canciones
del reggaetón de segunda década.

Ir a cien, reírnos
de la más mínima estupidez,
seguir dando vueltas, llegar al
Viejo San Juan,
no encontrar nada que satisfaga la activaera.

Terminar en el apartment
comiendo dulces

y jugando Call of Duty.


V

Con dinero ajeno en el bolsillo
y falsas esperanzas
me monté en la guagua
para jugar PlayStation
en casa de mis primos.

A coger pelas en 2k
e intentar dar yo alguna.

Vi How I Met Your Mother,
me lo había perdido los últimos tres lunes.

Esperamos hasta las doce y pico
para ir a Sears
y vaciar 
la plástica.

Sí, era la venta del desvelado
y “necesitábamos” un televisor.

Había demasiada gente
bloqueando la puerta de al frente,
gritando: “¡Ábreme hijo ‘e la gran puta, llevo
cinco horas aquí!”
y cosas de esa índole.

Qué remedio, nos fuimos a dormir.



No.



Abrieron el primer piso,
según mi primo menor.

Viré.

Llegamos a Brand Central, nos colamos
legalmente.

Escuché dos o tres “puñeta” más
de camino a los televisores.

Me cagué dos o tres veces.

La gente seguía dando cantazos
en las puertas principales,
amenazaban a los cajeros.

Todas las filas parecían estúpidamente largas.

Ignorando el revolú y asumiendo
que no quedaba nada,
hicimos fila corta para un raincheck...

(mi primo y yo cogimos turnos para visitar
a los desesperados
en la puerta)

Una media hora de incertidumbre después:
“sí, me queda ese modelo”.

Plástica vacía,

4:30 AM, un destornillador viejo de mi abuelo

y la radio:

“Llegó la Navidad... ♪


VII

Que se te explote una goma
de camino a una parranda
con tus primos
en la carretera más oscura de camino a Peñuelas,
eso es Navidad.
No saber qué hacer por un rato
hasta recordar
que lo único que hay que hacer
es ponerle la repuesta.

Agradecer inmensamente que,
contrario a tantos carros guiados,
este tiene la repuesta,
el gato,
la llave
y la otra llave
pa’ levantar el gato.

Está demasiado oscuro
pero hay un app para eso.

Poner la goma a oscuras
como buenos #MachosQueSeRespetan, llegar al sitio
lleno de grasa, sudado y con tierra
en los pantalones 
y
los zapatos,
pero con las mismas ganas
de sacar la guitarra.

Eso es Navidad.


VIII

La Navidad fue, en algún momento,
los Carmelo 1.5
que me compró papi;
el jersey de Carmelo, la gorra
de Carmelo
y los pantalones de Carmelo.

La Navidad fue, en algún momento,
el azul cielo de aquellos tenis
y el olor que salía de su caja-
el olor
más increíble del mundo.

Fue Navidad ponérmelos al momento
un 25 en la mañana
y salir en bicicleta,
seguirlo por las calles de Ponce
hasta casa de mi abuela
con el pisar más nuevo y más firme
que jamás haya dado:
el pisar de mis primeros Jordan.

Navidad fue el jacket de Carmelo
que me compró mi abuela
para combinarlo con mis tenis.
Navidad fueron esos tenis:
el jacket, el jersey, el pantalón, la gorra…

Navidad fue el primer juego
que jugué con ellos.

En algún momento de mi vida
la Navidad fue exclusivamente
el azul de los Nuggets de Denver,
y era solamente
del azul de Denver,
pero ya no;
en algún momento,
a Carmelo
lo cambiaron
a New York.

martes, 24 de septiembre de 2019

"Pa'l mundo", un poema de Carlos Eduardo Silva


En el fondo de la persiana
me miran dos perros
que no me atrevo a nombrar.
Cargan en sus dientes alambres
para recoger mis dedos
y evitar que se pierdan en el camino.

"Pestañas sueltas", un poema de Carlos Eduardo Silva


Una sola verdad:
la mirada.
Llega de ningún lado
porque tiene augurios de látex,
de armaduras inservibles
para el dolor de las flechas,
permanentes garras de verdura.
Cargo contigo certezas,
accidentes que aceptamos en el beso.

sábado, 21 de septiembre de 2019

"Superficies", un poema de Carlos Eduardo Silva


Me aprendí una cantidad inmensa
de marcas
en el proceso de alimentar
espacio en el tope de mis libreros,
para luego
no hablar de nada,
ni de los regresos a la tienda,
ni de los auspicios que me acompañaron
en el camino contra Amazon.
Me bañé de circos, de aumentos
en el camino de cobre
que llega hasta mi ciudad.
Todas las personas que se acomodan
en el sofá de mi sala
ignoran las carpas
en las que les he guardado la lluvia.



jueves, 12 de septiembre de 2019

"Calle sin salida", un poema de Carlos Eduardo Silva


¿Cómo se rinde uno
preso de estas islas que flotan
sin morir en la orilla?
En el silencio flotan himnos
de la supervivencia de nuestras pieles.
Raudo brota el viento,
ágiles se escupen los árboles la fronda
y las calles siguen recibiendo arbustos.
Nuestro abuelo, machete mohoso,
alcánzase en el sueño.
Los caminos nos dirigen al huevo,
pero los huertos asumen
que el mar es una mujer buscando flores.



domingo, 8 de septiembre de 2019

"Petrificación", un poema de Carlos Eduardo Silva


Todo lo que las máquinas me ofrecen
es el caminar de un antojo tras otro
mientras miro color a color
los dulces disponibles.

Me pregunto qué quiero en voz alta
y alguien se detiene.

Tengo amigos en otras partes,
aquí solo unos oídos
que deambulan pasillos
como ratones sueltos.

sábado, 7 de septiembre de 2019

"iPhone 8 Plus", un poema de Carlos Eduardo Silva


No hace falta
un mundo sin bordes.
Mi cara nadie tiene que conocerla.
Ya mi mano acostumbra el tamaño
de los primeros celulares de papi.
Me pidieron mucho en T-Mobile;
sin el resplandor de una primera vez
no vale la pena un otoño
en el sudor de mis bolsillos.
Ya tengo bastante ojo
y suelo mirar a los lados,
no mis pies ni mi horizonte
-que pondría en hold
por una marca sin tesoro-.
Prefiero quedarme en un pupitre
y verlos pasar.
Pueden quedarse conmigo sin arrepentirse.
Mantendrán la parte de su rostro
que siempre han calentado sus almohadas.

"Inútil", un poema de Carlos Eduardo Silva


Olvido sonidos específicos,
como la voz de mi madre
o la introducción a una canción de Maelo.
Lo que no pierdo son los duendes que gritan
cuando prendo mi vieja JBL Flip
o cuando conecto el Razor a la pared.
Si de algo me sirvieran estos ruidos
sacaría de mi tiempo
para repetirlos cada vez que los encuentre,
practicarlos hasta ejercerlos
cada vez que la electricidad
me obligue a encender pasados.

lunes, 2 de septiembre de 2019

"Consecuencias", un poema de Carlos Eduardo Silva


No queda ni agua pa’ los gallos,
pero hay maletines pa’l pueblo...

Tanto árbol gritando
para que pocos pájaros asimilen
el volumen de las hojas.

El ayer se resume en un vaso de agua.

El alcohol se acoge como cuarto de regueros.

"Ola siempre es ola", un poema de Carlos Eduardo Silva


Ola es ola sin importar la costa,
amar la arena no borra fronteras.
Las palmas no se hacen de carreteras,
las bolsas desperdician la composta.

A los peces la espuma les riposta
la perdición de escamas en hilera:
bajo las aguas navaja severa
que hace del azul selección angosta.

Ola siempre es ola, muy mal reflejo
de todo aquel espejo que se ha roto
en el puro intento de ser espejo.

El moho siempre ignora cuchillos botos,
pero salitre y filo no están lejos.
Ola es ola, siempre ola en mar o foto.

sábado, 31 de agosto de 2019

"Los rostros del azar", un poema de Carlos Eduardo Silva


Rompo el espejo para dejarme vencer.
Ya yo he visto lo necesario,
no hace falta repetirme el rostro
para comprender mis ausencias,
mis desechos, los nutrientes que ignoran
lo que me queda en la cara.
En el piso todo espejo funciona mejor:
un rompecabezas que se presta
a la estupidez del destino.

viernes, 30 de agosto de 2019

"Taxes", un poema de Carlos Eduardo Silva


Quien decide las vueltas
de la casualidad
tiene en sus llagas espinas vehementes.
Y encima, corroyéndole la piel,
las miradas de un planeta
que ha perdido los escrúpulos.
El tiempo es esto que me han dado
y he tenido que aceptar,
sabiendo que en las filas
se van desgastando posibilidades.

jueves, 29 de agosto de 2019

"VR", un poema de Carlos Eduardo Silva


Hay un pedazo de avenida
en el que recuerdo tu cuerpo.
Acelero cuando lo cruzo,
pero a veces pienso en detenerme.
Tu espacio domina,
no cabemos los dos en la acera.
Nos espera un ticket al mirarnos
como nos miramos aquel día.

Paso el tramo,
corro desperdiciando mis pasos,
me atropello la lengua
contra la primera palma que encuentro,
miro el techo de la guagua gotear
y decido salir sabiendo no poder.
Esta dificultad encuentra venas nuevas
y tú eres un átomo que se hace piel,
piel toda en esta noche malgastada.


martes, 27 de agosto de 2019

"Humedad", un poema de Carlos Eduardo Silva


Si existen los ojos
supongo
que existen peces de titanio
para navegarlos:
peces con aletas quemadas
y un color específico
para cada pestañeo.
Hospedarlos
es la primera función del lagrimal.
Enviarlos al mundo,
la segunda.
Se caen y se doblan,
pero regresan
halando en sus colas
pedazos de Sol para el iris.



"Dedos", un poema de Carlos Eduardo Silva


Se mira con las manos, se toca con los ojos,
se pierde con la vida toda la carne.
Somos exclusivamente una vitrina
en la que se pegan almas enteras
en forma de desahucio.



lunes, 26 de agosto de 2019

"Premonición", un poema de Carlos Eduardo Silva


Apalabrar
esta caída repentina.

Apalabrar
el hoyo que está
justo al borde de mi balcón.

Salir no es posible.

Aterrizar
con obstáculos de vidrio.

Aterrizar
en una taza
con los dientes pintados.

Maquillarse es futuro.

Saber
este plan de seguir mirándote.

Saber
el otoño reloj y marea.

Irnos puede ser cierto.

domingo, 25 de agosto de 2019

"Valor en riesgo", un poema de Carlos Eduardo Silva


Camino por este río
y surjo de nuevo frente al mar,
canto para el cuerpo siete pájaros
y repito lo que escriben las gaviotas.

Si muero, si puerto en este parto,
reclamaré astucias por parte
de los animales solitarios.
Más erizos no se encuentran
en el vaivén de los troncos;
menos astillas que en el fuego
bajo el ruedo del coral.

Río abajo resucito
después de la tierra;
águilas desaparecen del pecho
basado en la cantidad de cenizas.



"Ruedas", un poema de Carlos Eduardo Silva


Nadie realmente tiene futuro,
cedimos derecho a nuestras propias cadenas.
Cuando caemos del tope de la rueda
encontramos el piso
e insistimos en ignorar
las patas torcidas de los antepasados.
Nadie tiene resuelto el misterio
de tantos ciclos.
Alguien guía la bicicleta
para que todo espacio vea
cada vez más temprano el Sol.


viernes, 23 de agosto de 2019

"Condición de esponja", un poema de Carlos Eduardo Silva


Trato de entender lo que me rodea:
petardos mirándose mal
porque las luces de un carro opacaron
la poca chispa que les toca en la vida,
y un animal que esconde su nariz
en el hueco de una guitarra
con la intención de que el eco
deje sus gritos atrás.

Lo que sí comprendo
es que nada de eso cambia
la posición de los poros en mi cuerpo.

No hay freno suficiente
que me haga chillar los oídos
como para sentenciarme a la nada
de la esperanza.

jueves, 22 de agosto de 2019

"Maquineo", un poema de Carlos Eduardo Silva


Llego claro a estas conclusiones.
Se revuelcan entre mis dedos,
brillan,
aumentan el alcance
de las espinas que me encierran.
Las dejo caer una a una,
diseñan caminos y resbalos
en un papel húmedo:
si pudiera recogerlas las tiraba más lejos.

Llego a estas conclusiones 
a través de un agujero en mi pared.
Vi tantas cucarachas salir de ahí
que obtuve, sin declarar nada,
la oscuridad.

"Secado", un poema de Carlos Eduardo Silva


Contando alfileres,
dibujo pequeños círculos
alrededor de mis yemas.
Consigo un ventrilocuo propio
y me lo apunto
Lo programo para que haga bailar los alfileres
hasta que la carne se despegue.
Necesito quedar
expuesto al mundo
hecho fibra, nervio y hueso
para que el sol endurezca
cada músculo.


martes, 20 de agosto de 2019

"Proyector", un poema de Carlos Eduardo Silva


Tengo los ojos virados,
cansados de intentar
mantener tu diseño,
buscando darle tu sombra
a todos los obstáculos.


lunes, 19 de agosto de 2019

"De la lucha", un poema de Carlos Eduardo Silva


Nadie nos enseña
la fuerza que tienen los pies,
el alcance de unas manos que aplauden,
el murmullo que es temblor
y llega a la frecuencia
de las ventanas.
Nadie nos quiere decir
que la historia es un monumento en sí,
que el recuerdo lo graban
las cartulinas que no se olvidan,
que la lucha es
un estudiante que canta
con tres balas en la pierna
y los ojos inundados de avispas.

domingo, 18 de agosto de 2019

"Iluso", un poema de Carlos Eduardo Silva


Cargar con un cuchillo
como si la vegetación
tuviera el poder de quitarte los dientes.
Entonces ando
con el único atardecer de las manos
en lo más profundo del bolsillo.
La tierra no tiene pulgares para herirte.

sábado, 17 de agosto de 2019

"A la vuelta de la esquina", un poema de Carlos Eduardo Silva


Había otro lugar
en este mundo.
Tengo otro país esperando
a que me levante
de esta silla resbaladiza.

No hay polvo que detenga
las vueltas necesarias.

En ese otro país me espera
el olor verdadero
de las puertas,

ventanas que ocurren
en el ojo del muerto.

viernes, 16 de agosto de 2019

"La piel en capas", un poema de Carlos Eduardo Silva


Cuando abandoné la aridez de mi rostro,
nadie pensó tres veces en voltearse
a decirme que la vida abunda
pero que no debería abundar en mi cara.
Un calco pareció todo,
nada asumió libertad para mis dientes.
Tanteando mapas y señales,
viví muchos años bajo el hierro,
afilando cuernos para deshacerme
y correr bajo la tierra.
Ya que llegó el acero a mis manos,
la boca no se abre de la misma manera,
la sangre no tiene comisura
para derramar carreteras nuevas.
Cierro un ojo y me reviso:
al mango de esta espada todavía le queda árbol.

jueves, 15 de agosto de 2019

"Quiero verte", un poema de Carlos Eduardo Silva


Quiero verte, amor,
quiero verte,
y por eso me arriesgo
a decir “amor” en un poema,
a la honestidad perpleja
de desenfundar un mapa
para cortarte los caminos.
Quiero verte porque está oscureciendo
mucho antes de las siete
y me aterra pensar
que estás cerrando los pies.
Quiero verte, amor,
en el flequillo de plata
que se teclea entre el cristal
y nunca se detiene a
ver pasar los carros.
Todo el paso abierto 
es un espacio para detenernos
y decir que este es nuestro cuerpo
que se deja caer hasta sobrar.

Quiero verte, amor,
porque las calles se van
y se duermen
como escaleras que se cansan
de destrozarse entre sí.
Vamos a sostenernos,
aunque tú y yo seamos
el péndulo pleno
de todo lo que puede llegar a doler.

"Welcome to the Upside Down", un poema de Carlos Eduardo Silva


“todo adolece en el silencio que aúlla carcomido
todo desangra y todo muere ignorante
de la paz que fluye en el imperio de las alcantarillas”

-Ángel Antonio Ruiz Laboy

Si pudieras fluir por las alcantarillas
reconocerías el poder de su peso
y del moho que se resiste a agrietarse;
pero todos han visto que no puedes,
que no sabes salir a la calle sucio,
que no sabes salir a la calle cargado
de todo lo que trae consigo el mundo
y abandona en el mundo apocalíptico de abajo.
Vas dejando atrás las tuberías y quieres ser
un líquido transparente que explote
en goterones y burbujas desafiantes
para que todo se convierta en un esfuerzo de búsqueda
de los que caminan con el pan bajo el brazo,
aquellos que saben que nada es seguro
y que saben 
que en cualquier momento
ustedes, chamaquitos de sombrero gris,
usarán sus cabezas en las lanzas
para exigir el pan de cada día.

miércoles, 14 de agosto de 2019

"Función del suspiro", un poema de Carlos Eduardo Silva


Entendí
que el aire aumenta
cuando la vida encoge,
pero no todo cabe
en los pulmones.
Hay hojas que bailan
sin saber de dónde vienen,
zarzas
que asoman sus lenguas
sin miedo al agua,
y cuencas que recogen
el temblor de las ramas.
El aire aumenta y nadie sabe
lo que trae,
cómo flotan
en su estómago
las distancias,
cómo cabalgan su transparencia los dolores.
Yo solo entendí que aumenta
y casi nunca cabe
en los pulmones.

martes, 13 de agosto de 2019

"Self care", un poema de Carlos Eduardo Silva


"It must be nice up above the lights"

- Mac Miller

Salir
de
los dedos. Deshacerse
de las cuentas que hay
acumuladas en las superficies.
Necesitamos un
solo filo
para abrirnos la piel,
una sola suela para saltar
de pierna en pierna.
Deja caer la uña
en la grieta que se enamoró de ti;
con nueve es suficiente
para agarrarte al plástico
que te une al techo.