I
Navidad para mí
fue atravesar San Juan
a las once de la noche en el Corolla
de mi mejor amigo
con mi otro mejor amigo.
Fue buscar a su novia en el carajo
y que ella nos guiara por el carajo
para llegar a algún sitio
lleno de esas lucecitas de siempre.
Fue bajarnos una jarra gigante de sangría,
que nos regalaran tapas que no pedimos
y un maldeamores en bandeja de plata.
Volver del carajo.
Buscar al pana en P.F. Chang’s en su carro,
llevarlo al apartamento a cambiarse.
Salir a la una de la mañana y dar vueltas
por toda la metro
escuchando canciones
del reggaetón de segunda década.
Ir a cien, reírnos
de la más mínima estupidez,
seguir dando vueltas, llegar al
Viejo San Juan,
no encontrar nada que satisfaga la activaera.
Terminar en el apartment
comiendo dulces
y jugando Call of Duty.
V
Con dinero ajeno en el bolsillo
y falsas esperanzas
me monté en la guagua
para jugar PlayStation
en casa de mis primos.
A coger pelas en 2k
e intentar dar yo alguna.
Vi How I Met Your Mother,
me lo había perdido los últimos tres lunes.
Esperamos hasta las doce y pico
para ir a Sears
y vaciar
la plástica.
Sí, era la venta del desvelado
y “necesitábamos” un televisor.
Había demasiada gente
bloqueando la puerta de al frente,
gritando: “¡Ábreme hijo ‘e la gran puta, llevo
cinco horas aquí!”
y cosas de esa índole.
Qué remedio, nos fuimos a dormir.
No.
Abrieron el primer piso,
según mi primo menor.
Viré.
Llegamos a Brand Central, nos colamos
legalmente.
Escuché dos o tres “puñeta” más
de camino a los televisores.
Me cagué dos o tres veces.
La gente seguía dando cantazos
en las puertas principales,
amenazaban a los cajeros.
Todas las filas parecían estúpidamente largas.
Ignorando el revolú y asumiendo
que no quedaba nada,
hicimos fila corta para un raincheck...
(mi primo y yo cogimos turnos para visitar
a los desesperados
en la puerta)
Una media hora de incertidumbre después:
“sí, me queda ese modelo”.
Plástica vacía,
4:30 AM, un destornillador viejo de mi abuelo
y la radio:
“Llegó la Navidad... ♪♫”
VII
Que se te explote una goma
de camino a una parranda
con tus primos
en la carretera más oscura de camino a Peñuelas,
eso es Navidad.
No saber qué hacer por un rato
hasta recordar
que lo único que hay que hacer
es ponerle la repuesta.
Agradecer inmensamente que,
contrario a tantos carros guiados,
este tiene la repuesta,
el gato,
la llave
y la otra llave
pa’ levantar el gato.
Está demasiado oscuro
pero hay un app para eso.
Poner la goma a oscuras
como buenos #MachosQueSeRespetan, llegar al sitio
lleno de grasa, sudado y con tierra
en los pantalones
y
los zapatos,
pero con las mismas ganas
de sacar la guitarra.
Eso es Navidad.
VIII
La Navidad fue, en algún momento,
los Carmelo 1.5
que me compró papi;
el jersey de Carmelo, la gorra
de Carmelo
y los pantalones de Carmelo.
La Navidad fue, en algún momento,
el azul cielo de aquellos tenis
y el olor que salía de su caja-
el olor
más increíble del mundo.
Fue Navidad ponérmelos al momento
un 25 en la mañana
y salir en bicicleta,
seguirlo por las calles de Ponce
hasta casa de mi abuela
con el pisar más nuevo y más firme
que jamás haya dado:
el pisar de mis primeros Jordan.
Navidad fue el jacket de Carmelo
que me compró mi abuela
para combinarlo con mis tenis.
Navidad fueron esos tenis:
el jacket, el jersey, el pantalón, la gorra…
Navidad fue el primer juego
que jugué con ellos.
En algún momento de mi vida
la Navidad fue exclusivamente
el azul de los Nuggets de Denver,
y era solamente
del azul de Denver,
pero ya no;
en algún momento,
a Carmelo
lo cambiaron
a New York.