domingo, 6 de diciembre de 2020

Blind spots, de Carlos Eduardo Silva

 En los pedales de aquella bicicleta

dejé rincones sin descubrir,

sonrisas que nunca devolví

y destellos de estrellas que quise abandonar.


Cuando giran sus cintas en mi cabeza,

simulan luces cruzando ventanas;

recortan a cierta conveniencia

los robles arrojando al suelo su llanto

para esconder el verdadero tamaño del barrio.


La piedra que nunca pudimos sacar

de la esquina dos calles más abajo

es gato negro pisando, suave, las persianas.


El tiro que me ofrecieron

en forma de diamante

enmoheció en la piscina que puso mi abuela.


Todavía me caigo bajando por la cuesta prohibida.

Resucito sin mi piel cuando asomo la cabeza.