“¿Qué sabe la madera del mar que no se hunde?”
- Rubén Ramos
Sobre la arena despido píldoras de sangre
y los cangrejos hacen esferas con mi nombre.
El mar se interrumpe y yo no entiendo por qué.
¿Qué sabrá el agua sobre sí que intenta multiplicarse
en esta playa que a lo largo de la costa se divide?
Corren, entonces, mis tripas como bolas de nieve
que los niños se lanzan entre sí
y la distancia dibuja su calendario en la huella de la marea;
pero la marea no tiene consciencia del tiempo
y hace del olvido su caligrafía.
Siguen viajando mis nombres cuesta abajo bajo el sol.
Se abren paso en el entierro constante de la arena
y luchan contra el viento para cantar sus vidas.
Ninguno parece saber nada sobre el mar:
una vez la marea les extiende su abrazo
alcanzan, por su propio peso, la rigidez del pasado.